Soneando con el maestro Wico
- afrodescendenciaup
- May 1
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Fotos por Stephanie Rojas
El miércoles, 12 de marzo, el Teatro de la UPR se convirtió en un salón de clases con el maestro inigualable, Luis Rafael Sánchez Ortiz quien fue el primer puertorriqueño en recibir la distinción de la Cátedra Cervantes. Allí se dieron cita educadores, profesores, académicos, intelectuales, estudiantes, periodistas y trabajadores de la cultura para escuchar la lección magistral Sones del Caribe. Los mensajes de bienvenida estuvieron compuestos por la rectora, Dra. Angélica Varela Llavona, la decana de la Facultad de Humanidades, Dra. Agnes Bosch, el director del Departamento de Estudios Hispánicos, Dr. Emilio Báez Rivera, el cónsul español Dr. Josep María Bosch Bessa y la investigadora principal del Centro PRAFRO y profesora, dra. Mayra Santos Febres.
Mientras transcurrían los saludos, que el mismo Luis Rafael Sánchez desde su desbordante humildad nombra como ‘exceso de elogios’, se presenta la importancia de la Universidad de Puerto Rico como uno de los pilares principales para la producción literaria universal en la lengua hispana. Una que permite que Puerto Rico sea el centro principal de la identidad hispana, como apunta Bosch Bessa. Una Universidad, el único centro docente de enseñanza superior público del archipiélago borincano, descrita por Santos Febres, “cada vez más mulata, prieta, campesina, de caserío, barriada y parcela, la única que podemos acceder desde los vecindarios de clase trabajadora en el que nacimos y crecimos” que nos permite pensarnos en puertorriqueño.
Recibido con aplausos y vitoreo, Luis Rafael Sánchez nos probó que el Caribe suena, canta y baila desde sus orígenes. Evocando las memorias históricas desde las sociedades precolombinas, la crianza de los imperios occidentales y nuestra formación desde África, somos invitados a oírnos y movernos con el mismo vaivén de nuestro mar que él nombra como “patria alterna”. Presentando la realidad caribeña –una de tanto movimiento y mudanza que provoca que el mar sea igual de humano que nosotros– se viaja entre las letras y la música de aquí, Alejo Carpentier y Aimé Césaire, Zoraida Santiago y Bad Bunny, y las letras y música de allá, Jean Paul Sartre y Miguel de Unamuno, Chopin y óperas. Con un dominio inimitable de la literatura universal, y siempre desde la caribeñidad, Sánchez nos dice:
“El Caribe se escribe en todas las lenguas por entre las cuales nada flota se zambulle, incluidas las prestadas como des inglés, des francés, el des holandés y el sofritado español. …Es decir, en las lenguas que por acá se criollizan y en las lenguas de por allá, que los imperios nos trocaron por nuestro oro, nuestra plata y por nuestros dioses, mayores y menores.”
Esa caribeñización de las lenguas coloniales de allá ha demostrado que esos lazos que nos ahorcan también se pueden cortar. Nos ejemplifica que esos imperios del Occidente, que nos violentan hasta lo más mínimo, son quebrantables. Es preciso recalcar de cierta manera para recordarnos diariamente que es posible otros futuros más allá del colonialismo que aún nos trastoca.
Estamos en un Caribe que se diasporiza para encontrarse como describe el caso de tantos escritores, Junot Díaz, José Luis González, Mayra Montero, Derek Walcott, Jamaica Kincaid, entre tantos más, pero que también se caribeñiza. Esto último nos permitie ese sentir de encuentro como fue el caso de Tony Croatto, Axel Anderson y Jack Delano, “tres puertorriqueños por opción”. Un Caribe cuyo mar es descrito como “sede universal del mestizaje” y cambiado de nombre. No como el Mar de Colón, de las Antillas o de los Caníbales, sino Mar Mulato, sin pretensiones de escoger un lado o el otro, rebautizado por un maestro “mulato revestido de la mancha de plátano”.
Ese “mulataje caribeño” se lleva a los altares; la exposición que nos ofrece un sentido de guía ancestral. A reconocer nuestros orígenes como entes afrocaribeños, en pensar un Puerto Rico más mulato y prieto y que rompamos con el concepto de globalización blanco. Por tanto, es nuestro deber seguir enalteciendo a personas negras e indígenas que intentaron negar y borrar la historia más importante para entender completamente lo que es ser del “meta archipiélago caribeño”. Entre esas personas, aunque lo encontró excesivo en su charla magistral, Luis Rafael Sánchez Ortíz es digno de admirar. Por ello, estamos eternamente agradecidos por sus obras maestras que contemplan las diferentes formas de lo que es ser caribeño; en especial, de lo que es ser puertorriqueño.