sus dioses
- afrodescendenciaup
- Oct 2
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La trampa está en el incienso
que no huele a yuca ni a tambor
que no es cemí ni orisha.
La trampa
vive en las páginas del libro
que nunca habló mi lengua
ni entendió mis rezos.
La trampa está en venerar a los dioses de los blancos
que se creen santos, apostólicos y romanos.
No puedo
doblarme ante el altar
de quienes encadenaron a mi tatarabuela.
No puedo aceptar la religión impuesta de quienes la esclavizaron.
No quiero su cielo
si para llegar
debo negar mis altares;
mezclarlos, sincretizarlos como quien oculta o disimula.
La Inquisición quemó nuestro patakí
llamó “brujas” a las parteras,
“hereje” al santiguador,
“pecado” a la memoria.
La Inquisición llegó con cruz y fuego,
borró nombres, lenguas, bailes
y en su sitio puso culpa
y cadenas bendecidas.
En la Catedral de Viejo San Juan
prohibieron bailar bomba.
So pena de castigo.
Cepo, carimbo, latigazo.
La alegría negra era subversión,
el repique, amenaza.
Y el alma libre,
un delito contra la corona y su dios
y su hijo y su espíritu santo;
todos machos.
Me niego
a venerar los dioses blancos,
los que bendijeron látigos
y bautizaron con sangre.
Prefiero el susurro del monte
el canto del agua
la sombra de mi bisabuela masticando tabaco
la mano de azabache del prematuro
los collares rojos al escapulario
los chavitos prietos en el conuco
de la virgen de la caridad del cobre
la quema en candelaria.



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